domingo, 18 de marzo de 2012

"Nuestras emociones no son muy diferentes a las de un simio"

"Amos", un chimpancé macho de 26 años, no demasiado mayor, se puso enfermo. Resultó que tenía un hígado de un tamaño mayor de lo normal y probablemente cáncer. Sufría y le costaba respirar, así que sus cuidadores le aislaron en una habitación con un agujero en la puerta. Una hembra de la colonia empezó a recopilar virutas para que estuviera más cómodo. Como él no las utilizaba, decidió meter su mano por el agujero y colocárselas tras su espalda, de la misma forma que un familiar ahueca la almohada de un enfermo en la cama de un hospital. Amos murió pocos días después y todos sus congéneres se mostraron afectados, silenciosos y sin comer. Esta historia tan humana ocurrió hace poco en el Centro Yerkes de Primates, en Atlanta (EE UU), donde investiga Frans de Waal (Países Bajos, 1948), uno de los principales primatólogos del mundo, que ayer visitó Madrid para impartir una conferencia en un ciclo científico de la Fundación Banco Santander. De Waal, autor de varios libros como «El mono que llevamos dentro» o «La edad de la empatía», cree que este ejemplo, como otros muchos, demuestran que todos los grandes primates sienten empatía, es decir, se ponen en el lugar del otro, e incluso son capaces de elaborar estrategias para mejorar la vida de los demás, algo que, hace un tiempo, jamás se hubiera reconocido en un animal.

-¿Cómo demuestran los simios su empatía?

-Cuando los niños humanos ven a miembros de su familia que sufren o lloran, normalmente corren a acariciarlos, tocarlos, tratan de consolarlos de alguna forma. Los simios tienen reacciones similares cuando uno de ellos tiene una pelea o se cae de un árbol. En los humanos, las niñas suelen ser más empáticas y lo mismo ocurre con las hembras en los primates. También lo demuestran con la sincronización corporal. Si uno está triste, se ponen tristes. Existe un contagio, como con los bostezos. Realizamos una animación en la que un mono bostezaba y se la mostramos a otros reales. Después de unos segundos, empezaban a bostezar.

El eminente etólogo Frans de Waal. Imagen tomada de ABC


-¿Esto tiene que ver con lo que llaman neuronas espejo?

-Sí, las neuronas espejo forman parte de los procesos de empatía en los seres humanos, pero no fueron descubiertas en humanos, sino en macacos.

-Entonces, podemos pensar que el altruismo forma parte de la naturaleza.

-El altruismo se puede considerar una extensión de la empatía. La empatía significa ser capaz de comprender al otro, mientras que la simpatía es dar un paso más allá, entrar en acción y tratar de mejorar su situación.Y esto es lo que lleva al altruismo, algo común en los mamíferos y quizás en los pájaros, pero no en peces o insectos.

-¿Es correcto hablar de moralidad en los grandes primates?


-No podemos hablar de moralidad en el sentido humano. Los simios no debaten sobre qué es correcto o no, pero sí tienen algunos elementos que se usan en nuestro sistema moral. Muchos fílósofos, como los kantianos, quieren hacernos creer que los humanos nos sentamos alrededor de una mesa y discutimos de manera racional qué es lo correcto y qué no, y eso nos lleva a establecer reglas morales. Pero olvidan que en la moralidad del ser humano hay muchas emociones básicas como la compasión, la reciprocidad, la obediencia a las reglas y la empatía que también se observan en los grandes primates. Pocos filósofos tienen esto en cuenta, como David Hume o Adam Smith, que tanto gustaban a Darwin.


-En todos sus años de trabajo, ¿qué es lo que más le ha sorprendido?

- La capacidad que tienen los grandes primates de reconciliarse después de una pelea. Se abrazan y besan. Los elefantes y hienas también se reconcilian Puede parecer algo banal, pero este descubrimiento ocurrió cuando la teoría predominante era que las sociedades animales estaban basadas en la competición. Esto también me hizo ver la sociedad humana de otra manera..

-Si tuviera que elegir una sola cosa, definitiva, que nos separa de gorilas o chimpancés, ¿cuál sería?

-El lenguaje.

-Tenemos un cerebro básicamente igual. Entonces, ¿qué nos hace tan especiales?

-No hay ninguna parte del cerebro humano que no esté presente en los simios, solo que el cerebro humano es tres veces mayor que el del chimpancé. La característica que más nos diferencia es que somos capaces de utilizar símbolos y tenemos lenguaje. Eso nos permite hacer referencia a situaciones distintas al aquí y ahora, evocar recuerdos... cosa que los chimpancés no pueden hacer.


-¿Qué le parecen los experimentos que se hacen para comparar la inteligencia de niños y chimpancés?

-Me parece arriesgado comparar resultados, porque las situaciones que viven son muy diferentes. Los niños están con sus padres, quien les propone tareas es un humano que utiliza su mismo lenguaje. Los monos están metidos en una jaula, atendiendo a las órdenes de una especie distinta... Hace diez años realizaron un estudio con chimpancés y niños y concluyeron que los chimpancés no tenían capacidad para imitar. Sin embargo, no creo que sea así. Otro experimento en nuestro centro demostró lo contrario. Se enseñó a un chimpancé a abrir una caja y ese mismo chimpancé enseñó a sus congéneres cómo hacerlo.

-Los monos también utilizan herramientas, pero mientras nosotros presenciamos la tercera versión del iPad, sus instrumentos no evolucionan. ¿Por qué?

-Es cierto. Pero esa también fue la situación de gran parte de la historia de la humanidad. A lo largo de un millón de años se estuvieron utilizando las mismas hachas y las mismas lanzas y ha sido en los últimos 2.000 años que los cambios se han producido cada vez con mayor rapidez.

-Conocemos la secuenciación del genoma del gorila y hoy la revista Science publica nuevos datos sobre la del chimpancé. ¿Qué nos revelarán estos estudios?

-Realmente es muy difícil relacionar el genoma, que al fin y al cabo son cadenas de ADN, con el comportamiento de una especie. El genoma del gorila está más cercano al nuestro de lo que pensábamos, pero la implicaciones conductuales son difíciles de extraer.

-¿Está de acuerdo con considerar a los grandes simios como personas no humanas, con derechos como los nuestros?

-Hablar de derechos es demasiado absoluto, no es un buen enfoque. ¿Dónde trazar la línea? Prefiero hablar de la obligación de tratar bien a los simios, que son animales especiales. Ahora en EE.UU hay bastante controversia porque una alta instancia gubernamental ha escrito un informe en el que se trataba de analizar si los simios son fundamentales para la investigación biomédica y han concluido que son útiles, pero no cruciales.

-Si los chimpancés estuvieran en las casas, domesticados como lo están los perros, ¿serían diferentes?

-Los chimpancés son muy malas mascotas. Hay un famoso caso reciente en EE.UU en el que un chimpancé arrancó la cara a una mujer que iba a visitar al propietario a su casa. Los chimpancés pueden ser hasta cinco más veces más fuertes que un ser humano. Cuando crecen, sus dueños les meten en jaulas y no se atreven ni a limpiarlas. Es un situación muy triste. Los zoos no los quieren, porque están humanizados y no se integran, así que al final se les acaba matando o se les lleva a un santuario de chimpancés.

Creacionismo, dioses y monos

-¿Cree que el descubrimiento de las emociones en animales pueden molestar a alguien?

-Sí. Para mí, hay dos tipos de personas. Los que cuando les dicen que los animales tienen emociones contestan, «por supuesto, mi perro las tiene». Y los que se sorprenden muchísimo e incluso reniegan. Personalmente, como biólogo sé que el ser humano es un animal que desciende de otros, así que la idea no me resulta sorprendente. El mensaje de Darwin tarda en llegar a mucha gente.

-Precisamente, el creacionismo apenas se hace notar en España, pero en EE.UU parece tener más impacto, ¿por qué cree que sucede?

-A pesar de ser España un país eminentemente católico, la Iglesia Católica nunca se ha mostrado tan contraria a las ideas de Darwin. De hecho, el Vaticano ha dicho que la teoría de la evolución es compatible con el Cristianismo. Sin embargo, en EE.UU el creacionismo es una idea potente sobre todo en el sur, donde las iglesias Baptista y Evangélica tienen más peso. Aproximadamente, un 25% de los estadounidenses no aceptan las teorías de la evolución, a pesar de que hay pruebas abrumadoras que la confirman. El creacionismo, en vez de estar basado en pruebas, está basado en el siguiente concepto: si uno acepta la evolución, quita a Dios de la ecuación, y si uno quita a Dios no hay limitaciones morales y uno puede moverse por el mundo matando al vecino. Esto está conectado con mi trabajo, ya que afirmo que la moralidad no es posesión de la religión, sino que es algo mucho más antiguo y anterior a la humanidad, ya que se observan signos de moralidad en otras especies animales.

Fuente: ABC

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